una actividad en la clase

En respuesta a todos los que preguntaron por mi ausencia en fiestas, visitas, risas, sustos y corajes.

No había necesitado salir, el umbrío de casa estaba bien. Sin embargo, la noche que narro, salí, cansado del mismo embrague entre tarde y noche, entre un día y otro. Ocupaba sentir el fresco de las noches, cortado por lo cálido de las luces , soles y asesinas de insectos. Entonces me vestí para la ocasión, salí armado. Tomé la bicicleta, el palpitar de tu corazón contiguo a mi oído.

Recorrí la ciudad, me pareció más muerta que nunca, más peligrosa, con más vidas perdidas entre sus calles. No olvidé todas estas desgracias , para nada,¿ cómo hacerlo?, sólo que esta vez me enfoqué en cosas que antes no.

Las asesinas, imparciales hasta ahora, nos hicieron sombras, pero también nos evidenciaron. Ibas conmigo, estaba claro, lo tuve claro. Mis ojos, mis oídos, cada escama, tu yo junto a ti.

Ibas conmigo y sin dudarlo matamos todo lo que aún se aferraba a una vida inútil, una que robaba, succionaba, tanto cómo podía, tanto cómo aportaba, nada.

Rompimos todos los neones, adláteres de esa vida sin vida. Los mismos que antes nos había evidenciado y ocultado otros días, ya no los necesitamos, nunca. Y por varios instantes, las luces no discretas se hicieron manchas en nuestros ojos, de colores.

Tantas vidas como insectos se estrellaron, tantas como nosotros peligraron su comodidad.

0 comentarios:

Publicar un comentario